Los grandes zapallos del PJ

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Esto demuestra que siguen cerrados en la “adoración de su propia virtud” como supo decir  John William Cooke, no escuchando a quienes discrepan con sus metodologías erráticas y caducas y  ni siquiera aparentando un  asomo de autocrítica sobre la calidad de gestión del gobierno que integran.

Desconocer y minimizar las expresiones del Vicepresidente e Intendente Municipal de General Roca Martín Soria, expone crudamente la sordera de la que hacen gala estos “compañeros”, que no atienden ni atenderán jamás razones de nadie.

No pueden tampoco decir que “todo va bien” y pedir el apoyo al gobierno, sabiendo que es un secreto a voces que en varias áreas de la gestión provincial hay serias deficiencias.

Y menos aún exaltar en loas y ditirambos las autoridades nacionales, perdiendo la identidad propia de un Justicialismo que jamás en toda su historia se vio atado al carro de las decisiones y bajadas de línea de los mandamases que desde Buenos Aires digitan y ordenan lo que debe hacerse en los distritos del interior.

Confunden gobernabilidad con obsecuencia, desechan todo tipo de críticas, desconocen la realidad del interior rionegrino y están ajenos a los grandes temas que requieren la provincia, y lo más grave de todo lejos de la gente. El Consejo está para conducir, para persuadir, para llevar al Partido al mejor puerto. Pero en vez de un plantío de melones pareciera haber un gran zapallar.

El Partido, herramienta electoral del Movimiento, debe ser una construcción colectiva con la participación de todos sus militantes. Un lugar de debate y de encuentro, de consensos, de elaboración de las políticas a implementar, un acuerdo en los grandes temas que debieran ser sustentables en el tiempo.

Pero lamentablemente no es así. Se trabaja para la coyuntura, se cuida su quinta personal y la única finalidad es posicionarse en las listas de los cargos públicos en las próximas elecciones. Se gane o se pierda, poco importa. Están adocenados en su forma de obrar y de pensar. Y de la doctrina peronista bastante distantes.

En fin, como decía Macedonio Fernández, a los rionegrinos solo nos resta “esperar sin impaciencia días más felices”.

Jorge Castañeda

Valcheta (RN)

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