La transición y la supervivencia política en el IPROSS

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El presidente del IPROSS es el representante legal del Instituto, y tiene funciones de ejecución continuada, que podrían quizá llamarse gerenciales; pero para ciertas decisiones, se encuentra por encima de aquel la Junta de Administración, en donde las cuestiones deben resolverse por mayoría simple (cuatro votos en principio). El presidente, en caso de empate, cuenta con un doble voto que tiene la función de desempatar las decisiones.
No obstante dicha facultad, durante el corriente año, ha sido muy infrecuente la utilización de esta herramienta del “voto doble”, puesto que las decisiones eran, o bien finalmente consensuadas, o bien desechadas después de las reuniones de la Junta de Administración.
Sin embargo, a medida que se acercaban las elecciones provinciales, algo cambiaba en el clima de la Institución. Para graficarlo hago la siguiente clasificación: había trabajadores que tenían como importante solamente su compromiso con el trabajo y la Institución. En segundo lugar, y aún dentro de la Junta de Administración, había personas que por su mayor inmersión en la vida política provincial, tenían puesta, digamos, una camiseta determinada (del color que fuera). Y finalmente, en esta etapa previa a las elecciones, había también una tercera clase: personas que actuaban como el robot de las novelas de Asimov: Se quedaban girando como un trompo cuando tenían dos programaciones simultáneas, y ninguna de ellas primaba sobre la otra.
Bien. Mientras estos robots giraban y giraban sin saber qué hacer, y se avecinaban las elecciones, los afiliados del IPROSS, que tenían necesidades de salud (cuyas causas biológicas suelen no tomar en cuenta los tiempos políticos), se veían naturalmente perjudicados. Los sillones vacíos hacían muy difícil tomar una decisión que requiriese más de una sola voluntad.
Pongo un ejemplo relativo a la zona Andina: un día, una persona que llamaremos X, firmó un acto administrativo de Junta (se requerían cuatro firmas). Se trataba del pago de varios Sanatorios de la zona andina. Pero, hete aquí, que el señor X recibió un llamado de Z a poco tiempo de firmar, con la instrucción -se deduce de lo que sigue- de no firmar ese expediente en particular. Entonces, el señor X, preso de su desesperación -se anota al margen que X y Z tienen el mismo rango-, corrió al Departamento de Despacho a sustraer el expediente en cuestión, cuya Resolución ya había sido emitida y numerada. Un abogado penalista diría que se trataba de la tentativa de destruir una norma jurídica -acto administrativo en la especie- ya emitida por un órgano colegiado. Pero no seamos tan estrictos.
El caso es que después de un tragicómico episodio ocurrido en un pasillo entre X y un compañero de trabajo, que también comparte su mismo rango, el famoso expediente pudo quedarse en el IPROSS, con la condición de que la firma de X fuese anulada. Al día siguiente, quien había instruido sustraer el expediente, concurrió a las oficinas y dio su conformidad, con lo cual X, que fue el que había firmado originariamente, terminó apareciendo como quien no daba conformidad al pago de los Sanatorios.
Es verdad,  el relato parece de comedia. Pero la comedia, a veces, es la única actitud que resta, para enfrentar y soportar un clima de trabajo inundado de actitudes como la señalada, de mero instinto de  supervivencia política, de paralización injustificada de cualquier trámite, con el único fundamento de un miedo irracional y abstracto  que solo espera a que lleguen las nuevas autoridades para, ahora sí, volver a firmar todo sin necesidad de estudiar los expedientes.
No cabe otra explicación del giro copernicano post 25 de septiembre: quien se aplicase de verdad a conocer los asuntos de la Obra Social, podría formarse un juicio propio para decidir, con su propio software mental, cuál es la opinión propia en cada caso, haya triunfado quien haya triunfado. Y si en el IPROSS es verdad que estaba “todo mal”, entonces debe ser que estuvo todo mal desde hace mucho, y no: “desde el 25 de septiembre pero con efecto retroactivo”.
Recientemente, otra falta de firmas tuvo que ver con la compra de medicamentos oncológicos. Tres miembros de Junta, incluido el presidente, decidimos entonces hacer constar que la resolución se emitiría igualmente con esas tres firmas (en vez de cuatro), utilizando la herramienta del doble voto, prevista expresamente en la norma orgánica del IPROSS, Ley K Nº 2753. No había otra solución posible para cumplir con la compra de los medicamentos oncológicos, que es un problema actual y crítico de la Obra Social, sobretodo en la ciudad de Viedma, debido a la prescripción de medicamentos muy costosos (hasta $ 120.000 por mes x afiliado). X y Z ya habían expresado en los medios la problemática, sin embargo, no firmaron la compra de medicamentos, sin dejar constancia tampoco de cuál era la razón de la abstención.
Muy enfurecidos con esta decisión “gubernamental” y con el contenido de una nota de Presidencia dirigida a Despacho, que hacía constar esta falta de firmas y ordenaba la emisión del acto administrativo en virtud del doble voto del presidente, X y Z volvieron al día siguiente.  No obstante, una persona de su confianza les explicó que era lo que no habían firmado… y entonces, firmaron. En fin.
Hay muchos problemas en la Obra Social. Hay problemas objetivos, económicos, de organización, etc. Hay también irregularidades. Algunas culposas. Otras dolosas que están siendo investigadas en los ámbitos correspondientes. Pero también hay mucha gente que trabaja todos los días y se preocupa de verdad por la salud de los afiliados. En las delegaciones de la provincia también hay gente con mucho compromiso y dedicación.
Todas las críticas, todas las batallas, así como la defensa de las posturas y criterios de cada funcionario, deben librarse en la mesa de trabajo: en esto la cabeza del IPROSS es igual que cualquier órgano colegiado. No concurrir no es una opción, es una irresponsabilidad. Las posturas se debaten y se defienden estando presentes. Y las disidencias se fundamentan y agregan al expediente, como también lo dice la Ley K 2753. 
Con los prestadores o empresarios de la Salud, cuyos intereses (sólo en el aspecto económico) deben ser lógicamente disímiles a los de la Institución, se discute cara a cara, con argumentos  y con seriedad. Y no se les saluda casi con veneración, para luego cortarles los pagos “porque sí”. Ni tampoco se incumplen los compromisos volcados en las actas-acuerdo que se celebran y firman con estos prestadores. Así como los afiliados tienen sus innumerables quejas (justificadas) con la obra social, así muchos prestadores pueden acusar con bastante acierto a la Junta del IPROSS por su poca seriedad y compromiso con la palabra empleada (baste leer una nota de la Federación Médica aparecida en el diario Río Negro hace unos días).
Termina una Gestión en la Obra Social. En un acto de “oportunismo al revés” como dice Bonasso, agradezco al Gobierno saliente la independencia con que me permitieron ejercer mi función desde enero a la fecha, así como también por haber desoído el Lobby de algún empresario irritado con mis atrevimientos “investigativos”. Ahí anda rondando la causa, ahora nuevamente agilizada. Agradezco también a los magistrados que cumplieron sus medidas de allanamiento con el respeto que merecen los trabajadores del Estado, presentándose personalmente en la Institución y sin necesidad de acompañarse de la fuerza pública, por saber que no encontrarían resistencia física en un ámbito de trabajo. Espero finalmente, que la futura Administración del Ministerio Salud y del IPROSS, tengan el mayor de los éxitos en beneficio de los rionegrinos.

Dr. Cirilo Bustamante

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