Camino de Sirga: Cuando la privatización de los ríos se cobra vidas inocentes

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El proyecto de ley que restituye los 35 metros del camino costero (camino de sirga) de acceso público en lagos, ríos y otros cursos de agua volviendo a la redacción original del Código Civil, iba a ser tratado en la sesión del miércoles 30 de noviembre en la Cámara de Diputados de la Nación, pero finalmente no fue así. 
 
Carolina Flandez, quien se encuentra encadenada en el Congreso para exigir que se trata dicha iniciativa, expresó que "estamos en la lucha defendiendo los 35 metros de costa y el acceso libre. Es compleja la situación porque hay muchos intereses".

Asimismo dijo que "anoche los diputados nacionales suspendieron la sesión de hoy donde se iba a tratar la ley del Camino de Sirga".

Entonces señaló que "hay compañeras que están encadenadas en la puerta del Congreso pidiendo que sesione el Congreso para que se trate o si no pierde el estado parlamentario".

Luego indicó que "en nuestra espalda la sociedad tiene la muerte de Cristian González por la privatización del acceso a la costa. Estaba pescando con sus amigos y un señor feudal salió y lo mató porque estaba pisando la costa del lago".

También consideró que "es una cosa tremenda, además el acceso al Lago Escondido está limitado por Lewis. Es todos la costa del río Negro".


El caso de Cristian González

El 30 de agosto de 2006, Cristian González, el hijo mayor de Angel y su esposa Mirta, fue a pescar con dos amigos a la desembocadura del río Quilquihue, en el lago Lolog, un sitio de natural que mejora cuanto más se lo mira. Entonces Cristian tenía 31 años, dos hijas y una pareja con otra beba en camino. Lo apasionaban Boca y la pesca. Y en esto último estaban los tres muchachos, cuando el paraíso perdió su razón de ser. Consta en actas que cuando los amigos miraron al puente, Horacio Calderón, guardia de un complejo de cabañas sobre la costa del río, les disparaba con un rifle. Cristian fue a pedir explicaciones. Se puso las zapatillas, salió al camino y no tuvo tiempo para más. Casi cuando estuvo cara a cara con el agresor, que le gritaba que el río era privado, recibió un tiro en el cuello y murió desangrado.

El asesino cumple condena en Neuquén. El dueño de las cabañas, también condenado pero no a prisión, vive encerrado en el mismo complejo, ahora un sitio fantasma. A orillas del río, comprobó Clarín, chicos de la zona pescan sin amenazas latentes. Hay también un santuario donde Cristian cayó. Don Angel habla de esto con serenidad, pero también preocupado por ese punto de la reforma que le escarba en la desgracia.

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