Enorme desmoronamiento del acantilado de Las Grutas

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El desprendimiento fue pegado a las escalinatas que conducen a la playa, pero no se lamentaron personas heridas.
El municipio clausuró el paso, aunque la gente igual transitaba, a pesar que habían colocado cintas de prevención, pues se advirtió una fisura que anticipa un nuevo derrumbe en cualquier momento.
Todo hace suponer que el incidente se produjo por la pleamar que se registró durante la noche del martes que, vigorizada por el intenso viento del sur, el oleaje golpeó incesantemente contra el murallón costero.

El fenómeno provocó que se desplomara un frente de unos 50 metros. Enormes trozos de roca quedaron esparcidos a varios metros a la redonda.
El acantilado de Las Grutas muestra una notable debilidad y lo ha demostrado con otros desplomes que han ocurrido años atrás.

De allí que el municipio colocó carteles que advierten a los veraneantes el peligro de instalarse cerca del barranco. Pero muchos ignoran el aviso y tampoco hay controles.

La inestabilidad es adjudicada a causas naturales, como la erosión del viento y el mar. 

Pero también se le achaca responsabilidades al hombre, por las construcciones próximas al margen marino que suman peso, al igual que la circulación vehicular.

Precisamente en estos momentos está encendido el debate por la obra que está ejecutando sobre la costanera la Mutual del Personal Jerárquico y Profesionales del Petróleo.

Investigaciones lo advierten

La fragilidad del accidente costero está en evidencia desde hace años. Se han efectuado distintas investigaciones científicas cuyos resultados coinciden con ese diagnóstico.

En el libro “Las Mesetas patagónicas que caen al mar: la costa rionegrina”, del año 2005, el geólogo sanantoniense Renzo Bonuccelli le dedica un capítulo a los acantilados de Las Grutas. 

El profesional explica que existen diversos factores que provocan la modificación del murallón. Entre ellos el golpe constante de las olas, las corrientes marinas, la actividad de las mareas y por la acción humana.

Precisa que, para evitar mayores deterioros, “no se deben quitar los escombros caídos del acantilado” (actúan de defensa natural); “No se deben eliminar los médanos del litoral” y tampoco permitir “construcciones edilicias o estructuras, depositar cargas pesadas, excavaciones al pie del acantilado, estacionamiento y circulación vehicular en las zonas definidas como de mayor inestabilidad…”.

Bonuccelli recomienda “medidas correctoras que minimicen los riesgos de accidentes y lograr que los acantilados se transformen en estructuras estables”.

“Estas medidas se deberán resolver a través de un riguroso trabajo de prevención y saneamiento de los acantilados que consistirá en un permanente control basado en observar su evolución”, sostiene.

Luego añade que “La observación detallada, minuciosa y responsable permitirá detectar los cambios a partir de los cuales se podrán deducir las causas que afectan al sistema”.

Sin embargo fueron escasas las acciones que se efectuaron en este sentido, y el acantilado así está.

FUENTE: El Mallín

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