La playa, la pileta y el calor incrementan el riesgo de sufrir otitis, siendo más vulnerables los niños por tener los conductos auditivos más cortos y pasar más tiempo sumergidos en el agua.
La otitis es una infección localizada en el oído, una inflamación del epitelio que recubre el conducto auditivo externo y que sufre una maceración como consecuencia de la humedad y el calor, que facilitan la actuación de los gérmenes. Se da con mayor frecuencia en verano y la pueden causar varios tipos de bacteria u hongos.
El síntoma más importante es el dolor, que puede ser fuerte e incluso empeorar cuando se ejerce presión sobre la parte externa del oído, además puede haber disminución de la audición, molestias al masticar, presencia de secreciones, fiebre y ganglios inflamados. Ante alguno de estos síntomas es aconsejable no automedicarse y concurrir al centro de salud más cercano para establecer un diagnóstico y tratamiento adecuados.
Para prevenirla no se debe exponer el oído a la entrada de agua, usando tapones o gorros de baño, o bien no sumergiendo completamente la cabeza. Reducir el tiempo de inmersión y secar bien la parte externa del oído al salir del agua.
No deben usarse los hisopos para limpiar o secar porque pueden irritar y quitar las secreciones propias de la zona, que a diferencia de lo que se cree, es lo que protege la piel del conducto que nos permite oír.
22 octubre 2019
Interés General