La primera incursión en la universidad de Carolina fue en la ciudad de Bahía Blanca, pero no le gustó la carrera que había elegido. Luego volvió a Viedma y se decidió, no muy convencida, por la carrera de Psicopedagogía. Sin embargo en el trayecto por la universidad fue encontrando en la carrera un camino de transformación personal, que la posicionaba de una nueva forma con respecto a su discapacidad. “Fue encontrar una respuesta a lo que me pasaba” dice. “Cuando empecé la carrera veía la discapacidad de una forma. Para mí el cuerpo tenía que ser normal, tenía que hacer mucha rehabilitación para estar a la altura del otro. En el secundario se me complicó, era mucho…. Hacía mucho esfuerzo y ponía mucho de mi cuerpo, y cuando le exijo mucho a mi cuerpo, se fatiga y la dificultad motriz aumenta. Con la universidad se me empezaron a abrir nuevos caminos y empezó a remover mucho en mí a nivel emocional. Luego me hice de un grupo de compañeras y siempre tuve un buen diálogo con los docentes, siempre estuvieron dispuestos a colaborar conmigo. Por ejemplo en segundo año se me empezó a notar la dificultad motriz para escribir, la motricidad fina. Entonces yo les proponía formas para evaluarme donde no tuviera que escribir, lo negociábamos. Con los apuntes, por ejemplo, se los pedía a mis compañeras y me los pasaban. Después salió el MP3 y empecé a grabar y pasarlo a la compu. Era otro ritmo.”
Las principales barreras en el CURZA con las que se encuentra un estudiante o docente con alguna discapacidad, son arquitectónicas y pedagógicas. “En el CURZA hay barreras para los compañeros que tienen discapacidad motriz. También hay barreras pedagógicas. Por ejemplo para los compañeros con discapacidad visual es importante acceder al material digitalizado. Ahora en el CURZA estamos comenzando a trabajar con la biblioteca, pero todavía las barreras están. El CURZA tiene un anexo, en el Paulo VI, que tiene las aulas en un primer piso al que se accede sólo por escaleras. Si un compañero tiene una discapacidad motriz o está en silla de ruedas no podría cursar allí. Otra de las cuestiones es la entrada al predio de la universidad que está desnivelada, hay poca luz y los días de lluvia es mucho más complicado hasta para las personas que no tienen una discapacidad” explica.
“Yo le diría a un estudiante que tiene una discapacidad y que quiere ingresar a la universidad, que venga, que se informe. Le diría que desde Bienestar Estudiantil hace muchos años que vienen trabajando sobre la discapacidad y que ahora desde la comisión de accesibilidad nos incorporamos otras personas para lograr acompañarlos.”
Fuente: Prensa CURZA
22 octubre 2019
Interés General