La obra, narra la historia de Carmela quién vivía en una pensión, donde no se permitía tener animales, ni perro, ni gato, ni peces, ni bicho alguno. Además, ella trabajaba de cajera en un supermercado donde todo estaba superordenado.
Un día, a Carmela se le subió a la cabeza una vaquita de San Antonio; se sintió tan contenta que la invitó a vivir en su alborotada cabellera. Y esto no es nada, también le presentó un vaquito y tuvieron un montón de vaquititos.
A la dueña de la pensión y a sus inquilinos, al gerente del super, a la supervisora y a algunos clientes, se le pusieron los pelos de punta cuando se enteraron de que Carmela tenía una familia entera de bichitos en su cabeza. Se molestaron tanto que la dejaron de patitas en la calle con todas sus vaquitas.
La pobre lloraba a moco tendido de tantas desgracias. Se sentía cada vez más rara.
Pero las desgracias no son para siempre y Carmela conoció a Philip y a Felipa, que no se molestaron por los bichitos, sino que se alegraron de conocer un mundo tan especial y extraño. Ella supo entonces, que por suerte había gente diferente, que se alegraba de conocer… gente diferente.
22 octubre 2019
Interés General