En tiempos de mostrar normalidad y si se tiene algo
extra, tanto mejor, aunque este 2021 no se ha caracterizado por su abundancia
precisamente. La política está ahí, expectante frente al próximo convite
electoral. Cada uno de los candidatos, los partidos, las agrupaciones y el
mundillo de afiliados que se movilizan intentan darle un clima electoral que la
realidad no ofrece.
¿Será por eso que los candidatos y precandidatos apelan
tanto a la declaración rimbombante? ¿Habrá algo más allá de las acusaciones
mutuas sobre tal o cual posición política? La comunicación política, cada vez
más tecnificada y profesionalizada, afronta una crisis con el electorado que
los mismos especialistas esperaban fuese (un poco) más adelante, pero que la
pandemia aceleró. La apatía generalizada que transitamos este momento electoral
no solo es llamativo sino también preocupante porque en el escenario político
empieza a parecer que todo es igual y ahí es donde se cuelan discursos que van
por la banquina de la democracia, como se puede ver a nivel nacional al
incendiario Milei, por nombrar alguno.
Los partidos oficialistas repiten fórmula y se parecen en
eso al técnico de River, Marcelo Gallardo, recientemente eliminado de la Copa
Libertadores de América. Para muchos el Muñeco se fue del certamen con su
convencimiento intacto sobre cómo se debe parar un equipo. De cara a la campaña
los partidos oficialistas se paran de la misma manera que lo hicieron seis años
atrás, con los mismos mensajes, con la misma forma de comunicar. Y seis años es
muchísimo tiempo en términos de comunicación. Basta contar con la cantidad de
redes sociales que se han popularizado en ese lapso para saber cómo ha ido
variando la comunicación en el mundo.
Así como Gallardo parece haberse ahogado en su propio ego
al confiar que solo con su amplio conocimiento estratégico y prescindiendo
hasta de jugadores de fuste podría ir una vez más por la épica, hay
oficialismos en la Argentina –y Río Negro no es la excepción- que repiten la
fórmula de hacer campaña, dependen de la aprobación de un puñadito de
dirigentes (cuando no de uno solo) y apelan más a la estrategia que a
candidatos de fuste.
Además, gran parte de la crisis de la política en
términos electorales tiene foco en el vínculo política-juventud. Históricamente
los jóvenes tienen menor participación e interés que sus mayores por la
política, pero los contextos en que se movilizan y socializan son determinantes
para sus actitudes, preferencias ideológicas y, por consiguiente,
comportamiento político.
Un desinterés de buen porcentaje de los jóvenes por la
política es llamativo y preocupante. Hay una característica de apatía e
indiferencia frente a la política, que se convierte en una suerte de desgano
frente al tema en sí, como frente a la participación.
Unas últimas observaciones que han realizado
especialistas indican que los jóvenes tienen cada vez menos tendencia a
simpatizar con sectores progresistas y, en cambio, revelarían adhesiones
pragmáticas e inestables ante las últimas ofertas electorales.
23 febrero 2024
Palabra de Domingo