Cada dos años la bronca cambia de destinatario

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El cisma ocasionado por la derrota nacional del Frente de Todos provocó los cambios que se dieron en la última hora del viernes. Ese día el presidente Alberto Fernández sucumbió a los pedidos que la jefa política del espacio y vicepresidenta de la Nación, Cristina Fernández, le había exigido inmediatamente después de las PASO.

El Frente de Todos quedó entrampado entre el debilitamiento del Presidente y la reacción para una remontada electoral. Los cambios en el gabinete supondrían en otro momento un relanzamiento de Gobierno, una renovación de la confianza, una expectativa en que se podrá cumplir lo que se había proferido. Poco de eso parece, a priori, ser parte de esta etapa del gobierno de Fernández, aunque la intención está y dependerá de la pericia de la gestión en revertir el descontento.

Del lado de la oposición se haría una mala lectura de la situación si se quedan con que los votos a favor (por descontento con la gestión nacional o por la razón que fuere) correspondan a una sociedad arrepentida de lo que votó en 2019. En realidad estamos frente a un fenómeno en el que las mayorías expresan broncas en el voto. Hace dos años el descontento con la gestión de Macri permitió un triunfo del Frente de Todos y ahora el descontento con este otro oficialismo se hizo sentir nuevamente en las urnas. Las mayorías prestan a unos y a otros a partir de una consideración negativa y porque además no existe verdaderamente una tercera vía con la solidez, transparencia y credibilidad suficiente para consolidar una nueva propuesta. Los argentinos sufrimos una suerte de orfandad política que nos hace entrar en otra crisis, una crisis de identificación política. No es un problema menor, porque genera vaivenes, construcciones y destrucciones en cortos períodos de tiempo.

En el oficialismo rionegrino por las dudas intentan mostrarse sólidos, gestores y unificados. No quieren que esa crisis tenga una efecto arrastre y si bien el triunfo electoral envalentona no fue tomado como una consolidación de Juntos Somos Río Negro.

Con esos elementos sabidos la Provincia convoca a gremios para retomar la negociación salarial, la gobernadora Arabela Carreras se mostró activa en inauguraciones y siendo el centro de la escena gestora. No quiere que la crisis nacional se lleve puesto al partido provincial.

En el Frente de Todos la idea es rearmar, barajar y dar de nuevo; no es tiempo para innovaciones y se sostiene –con buen criterio- a la candidata Ana Marks, al tiempo que se intenta apagar los focos críticos que existen hacia adentro. El cachetazo electoral no es en tierras rionegrinas propiedad del Presidente; el peronismo de mayoría kirchnerista espera el correr de los días para rearmarse y retomar la campaña con nuevos elementos que le puedan hacer subir en la intención de votos y así superar a Juntos por el Cambio, que a su vez muestra a un Aníbal Tortoriello como uno de los grandes ganadores de la última elección.

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