Crisis

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Asumida la derrota desde el Frente de Todos a manos de Juntos por el Cambio, debido a que ambos disputaban la segunda banca en juego para la Cámara de Diputados y teniendo en cuenta la victoria amplia de Juntos Somos Río Negro, que a su vez profundizó su caída en Cipolletti, tal vez quede lugar para preguntarse si no es Aníbal Tortoriello el gran ganador de la última elección realizada hace una semana o la gobernadora, Arabela Carreras, quien estableció una consolidación de gestión que le redundó en votos que estiraron la diferencia en el triunfo del oficialismo rionegrino.

Es cierto que la fuerza mayoritariamente peronista aumentó su caudal de votos en la elección, pero no le fue suficiente, se quedó corto y perdió por un exiguo margen de poco más de 700 votos frente al empresario transportista del Alto Valle, quien además se dio el pequeño gran gusto de vencer en su ciudad al hasta ahora gran estratega político como es Alberto Weretilneck.

Desdibujado el Frente de Todos perdió la banca que ostentaba hasta ahora Ayelén Spósito, quien nunca logró hacer pie en el vínculo Diputados-Provincia de Río Negro.

Allá por 1807, cuando firmó la paz con los rusos en Tilsit, Napoleón Bonaparte lanzó una frase que no obstante popularizó un siglo y medio después el norteamericano John Fitzgerald Kennedy: “el triunfo tiene muchos padres, más la derrota es huérfana”. Quien apareció firmando la derrota a manos del macrismo rionegrino fue el senador Martín Doñate, que el jueves tras el conteo definitivo de los votos felicitó a Tortoriello por haber conseguido el segundo escaño rionegrino para la Cámara Baja.

Una dura derrota para el peronismo rionegrino, que tendrá que repasar profundamente las razones de una mala elección. Buscarlo en la candidata Ana Marks sería cortar por lo más delgado del hilo. No es una derrota que le pertenezca solamente a Doñate, a Marks o a Berros, sino que hay varios responsables. Este resultado complica las aspiraciones para un 2023 que está a la vuelta de la esquina, porque para la construcción de un candidato o candidata a la gobernación y su consecuente instalación provincial no queda demasiado tiempo. Sobre todo porque primero deberán superar la crisis interna que deviene de esta derrota.

La derecha avanza en Río Negro con Tortoriello a la cabeza e intenta alzarse con las banderas de los valores, la moral y la honestidad, virtudes que, curiosamente, no refiere a ciertos dirigentes otrora del radicalismo que gobernó por más de tres décadas en Río Negro. Tortoriello, quien ratificó que donará su dieta de diputado, es relativamente un recién llegado a la política y no se parece en nada a algunos dirigentes que en otros tiempos ocuparon cargos en los gobiernos radicales y que estuvieron salpicados en hechos cuanto menos poco transparentes. Ubicada como segunda fuerza Juntos por el Cambio tiene ahora una posibilidad de crecimiento electoral y en eso el diputado electo cipoleño cuenta con grandes chances de erigirse como un referente.

Juntos Somos Río Negro tiene una curiosa situación: amplió el margen de su victoria el domingo y es ese mismo triunfo el que lo hace introducirse en un futuro interno difícil. La Gobernadora apostó fuerte por su vínculo con localidades como Bariloche y Viedma y le fue bien y comparte con el ex gobernador el achicamiento del margen de diferencia con el que el Frente de Todos lo superó en General Roca. El domingo incluso se festejaba en el oficialismo provincial el resultado en la cabecera del Alto Valle.

Pero la caída en Cipolletti, bastión de Weretilneck, complican las intenciones del senador y presidente del partido de volver a conducir los destinos de Río Negro. En el camino electoral la mandataria salió más fortalecida y ahora aparecen en pie de igualdad en pos de dirimir quién será el candidato o la candidata en 2023. Al igual que en el Frente de Todos, en Juntos Somos Río Negro también se avecina una crisis interna dura y en donde funcionarios deberán definir más temprano que tarde a qué sector pertenecen.

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