Esto vale tanto para un Vicegobernador que se hizo cargo del Ejecutivo provincial, como para el Intendente de una de las principales ciudades de la Provincia.

Todos y cada uno de los rionegrinos debemos acatar esta realidad y conducirnos, en el apoyo o en la crítica, manteniendo ese principio.

Pero es imposible lograr el respeto ajeno, cuando la falta de respeto es propia.

Si un Gobernador a cargo, acusa al hijo de quien lo llevó al poder de haberle: “propuesto negociados a costa del Estado en temas como el petróleo, el juego y la obra pública” y no tiene pruebas indubitables de tal afirmación, ¿es como mínimo irresponsable?

Sería muy grave, por tratarse de la máxima autoridad provincial.

Ahora, si desde antes hubiese tenido esas pruebas, ¿por qué no lo denunció oportunamente como era su obligación?

Más grave todavía.

Pero los  interrogantes de mayor gravedad institucional son: ¿si no se hubieran peleado, se  habría enterado la ciudadanía de tales propuestas deshonestas? Y peor aún, ¿si no nos hubieramos enterado, se podrían quizás haber producido esos “negociados”?

Teniendo en cuenta que tanto uno como el otro llevan ya más de dos años en el poder, ¿en qué momento se produjeron estas conversaciones “non sanctas”?

Sería bueno que el Gobernador lo precisara.

¿Fué al inicio de las gestiones, cuando se había producido la trágica desaparición del Gobernador electo? ¿Fué hace pocos días, o tal vez pocas horas, antes de desatarse estos enfrentamientos? ¿Ocultó Weretilneck estos hechos, o todavía no tuvo tiempo de presentarse en la Justicia?

¿Es verdad o nó que estos hechos existieron?

Son demasiados interrogantes y cada uno de ellos exige respuestas.

Si las dudas no se despejan, el respeto popular se diluye. Eso no es bueno para nadie.

 Jorge Cerutti                                                                                                 Presidente

 UNIDOS Por Río Negro