¡Basta muchachos, por favor!

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Esos compañeros que asienten y que tratan de disimular la crisis interna del Frente tratando de contemporizar con cartas y palabras huecas, seguro que solamente piensan en defender sus “quintitas” y los abultados dineros que perciben por sus cargos, que ya de honorables tienen poco y nada.

Tienen una miopía a prueba de todo. No ven, o mejor dicho se tapan los ojos ante la penosa situación que se vive en los hospitales con carencias y recortes de todo tipo, en las escuelas que ni siquiera pueden poner en marcha sus comedores porque el estado le debe a cada santo una vela, perjudicando a los proveedores que deben armarse de una santa paciencia para cobrar, en la incertidumbre que viven los empleados públicos que están sintiendo en sus bolsillos los costos de una devaluación salvaje que se llevó el 30 % del poder adquisitivo de los salarios, en la grave crisis que soporta la región sur en su conjunto. Tampoco les preocupa la paralización de varios estamentos de la administración, el cierre de cargos educativos, los problemas de seguridad que se repiten en forma cotidiana en todas las ciudades y pueblos, la falta total de respuestas a los reclamos de diversa índole cuyos demandantes  tienen que recurrir a los estrados de la Justicia para tener alguna respuesta.

Se ha insistido hasta el cansancio que tanto la obra pública, la concesión de las salas de juego o los negocios petroleros debieran ser transparentes, y que si alguien va con propuestas deshonestas para no ser cómplice por omisión en ese mismo momento tendría que haber sido  denunciado.

¿Por qué si en la administración había funcionarios corruptos se los puso de común acuerdo en sus cargos? ¿Por qué se ha cambiado de ministros como de camisa sin encontrar las soluciones a los problemas de Río Negro?

El peronismo de ninguna manera debe estar distraído de esta situación de beligerancia entre uno de sus principales dirigentes y el gobernador de la provincia. Es un problema del Frente para la Victoria que en su momento lo llevó  como candidato. No puede desentenderse de sus alianzas bartoleras donde siempre regaló los cargos por el puñado de votos que estos aliados no peronistas decían tener. Es el Frente el responsable de estos manejos electorales de pacotilla y sus actores deberían asumir sus equivocaciones.

Pero al ser tan verticalistas y para no perder sus puestos de generosa pitanza, nada dicen, callan y piden mesura.

Es grave que algunos intendentes peronistas expresen que si elevan alguna crítica sobre la gestión gubernamental reciban pequeñas “represalias”.

Detrás de ellos hay gente y detrás de la gente está su futuro y el futuro de sus hijos. No se puede jugar con la educación, la salud y la economía de la gente, mientras se desatan en improperios y acusaciones mutuas. De insistir en sus trece estarían embargados de la “obcecación asnal” que decía Almafuerte.

Hace dos años se los eligió mayoritariamente para gobernar la provincia. Para estar a la altura de las circunstancias. Para llevar soluciones a las regiones más postergadas. Para fortalecer y desarrollar sus potencialidades. Para potenciar las economías regionales. Para una mejor educación y salud, con salarios dignos. No para esto. De ninguna manera.

Aún se la pasan hablando en los medios para la gilada tratando de echar todavía la culpa a la gestión anterior, endilgando la causa de todos los males a un supuesto asesor radical del mandatario, descalificando a la oposición, oponiéndose a los reclamos gremiales e instalando ahora esta pelea mediática que no hace otra cosa que postergar el debate sobre los grandes temas rionegrinos.

Gobernantes, funcionarios: ¡”A las cosas”! como supo decir Ortega y Gasset. Es la hora de despertar. De dignificar el cargo  que la ciudadanía les ha otorgado. De darle al pueblo que los votó las respuestas que merecen. A llegado el momento de dejar la pequeña política de facción o de partidos. De postergar las ansias de perpetuarse en el poder. Es lo menos que pueden hacer si  han tomado con responsabilidad la dignidad de un cargo público.

Ha llegado la hora de dejar los agravios innecesarios, de ponerse a gobernar en serio, de fagocitarse unos a otros. ¡Basta muchachos, por favor!

Jorge Castañeda

Valcheta (RN)

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