María Elena Walsh; autora del tango “El 45”, escribe “¿Te acordás hermano de la Plaza de Mayo cuando el que te dije salía al balcón...? tanto cambió todo que el sol de la infancia de golpe y porrazo se nos alunó”.
El tres veces Presidente Constitucional de la República Argentina, General Juan Domingo Perón, luego de ser destituido en 1955 por un golpe militar, fue exiliado, y prohibido, él y su movimiento por largos dieciocho años, que dividieron el país en silencio. Tal fue así que incluso una calle de la Capital Federal, que llevaba su nombre en vida, fue cambiada por “Cangallo”. Este era un pueblo del Alto Perú que se había sublevado en tres oportunidades contra el dominio español. Tras el último levantamiento, el general realista Carratalá lo destruyó totalmente y además ordenó echar sal sobre la tierra para que no volviera a dar frutos y borrar así para siempre esa historia. El General San Martín expresó que ese nombre “debía quedar para siempre en la memoria argentina como un homenaje a la lucha por la libertad”. No obstante, en 1984 el entonces Concejo Deliberante de la Ciudad de Buenos Aires, cambió el nombre de la calle Cangallo por el de Teniente General Juan D. Perón.
Las paradojas del destino nos llevan a querer borrar una parte de nuestra historia, con otra que también en otro momento de Latinoamérica habría querido ser borrada por sus protagonistas. Los últimos enconos históricos de negación no están tan lejos de nuestra Ciudad Capital cuya calle céntrica se llamaba Eva Perón, y en cuya plaza, hoy “Plaza Alsina” regenteaba un busto de la abanderada de los humildes, transformándose este hecho en un secreto a voces en cuanto a sus históricos protagonistas que intervinieron en destituirlo del lugar. Incluso sin irnos tan atrás en el tiempo, se han removido los cuadros de los pioneros Gobernadores del Territorio en la Casa de Gobierno de la Provincia de Río Negro.
Se ha perdido mucho tiempo en la Argentina, debatiendo el cambio de nombres de monumentos históricos, calles, plazas, etc. Pero siempre responde a la misma fórmula, un grupo político intenta imponerse sobre el otro en una postura negadora de la existencia del propio existir de una opinión diferente. La inútil imposición del pensamiento único y la intolerancia, se ven reflejados en actos de negación. La historia no es negada por el cambio de nombre de diferentes espacios y cosas, pero si evidencia la imposibilidad de admitirla.
Si dijéramos que existió un Presidente de la Nación, elegido dos veces en forma Constitucional en su tiempo histórico, que se destacó por jerarquizar a nuestro país en el ámbito del derecho internacional instalando la denominada “Doctrina Drago” , en defensa de Venezuela, que era hostigada por la agresión de Inglaterra, Alemania e Italia (bombardeaban sus ciudades) a pagar sus deudas, y que esta doctrina de origen argentino establecía que “ ningún estado podía ser obligado coactivamente, mediante el uso de armas, a responder por sus deudas”, difícilmente las nuevas generaciones acertarían con el nombre de Julio Argentino Roca.
Durante años muchos argentinos estudiamos en la escuela que Julio Argentino Roca y el Ejército Nacional concretaron la Campaña del Desierto, tarea iniciada años atrás por Juan Manuel de Rosas. Al concluir la campaña de Roca, más de 20.000 leguas fueron incorporadas efectivamente al patrimonio nacional, terminando así con la amenaza de los malones y se sentaron las bases para que Chile no pudiera expandirse sobre la Patagonia.
Pero también es cierto que en ese mismo año 1879, se creó la Gobernación de la Patagonia, con Capital en Mercedes, actual Viedma, haciéndose de ese hito nuestro orgulloso título de Capital Histórica de La Patagonia. También en esa época comienza el notable fomento por parte del Estado Nacional de la Construcción del Ferrocarril del Estado, que conllevo en su tramo SAO – San Carlos de Bariloche, hoy nuestro Tren Patagónico.
En julio de 1899 nuestra ciudad fue arrasada con una inundación. A pesar de los esfuerzos del gobernador del territorio rionegrino, José Tello, (cuyo cuadro fue removido), por construir defensas para proteger la población, la ciudad comenzó a ser atacada por el agua.
Se trasladó la Capital del Territorio a Choele Choel y corrió riesgo el emplazamiento de la Capital en Viedma nuevamente, pero no fue sin el decreto del presidente Julio Argentino Roca del 9 de mayo de 1900, que no se terminaron de despejar las dudas sobre nuestra capitalidad en cuanto al entonces territorio nacional.
La obra de Roca fue mucho más extensa que lo que aquí citamos, en sus páginas brillantes y oscuras a la luz de la contemporaneidad, pero negarlo es en parte desconocer nuestra historia y también la Patagónica.
Convivir con las diferencias permite el juicio crítico, el respeto a la diversidad y la construcción desde la inclusión de nuestra identidad.
Diego Fernando Sebastián García
D. N. I. Nº 27.113.044
Vecino de VIEDMA
14 enero 2017
Cartas de Lectores