Mi marido se dedica a la ebanistería, y no tiene un lugar de trabajo ya que eso implicaría también un costoso alquiler. Penando para comer, y ver el día a día que no depara el destino, siempre doloroso, esta lucha esta arrastrándome.
Somos trabajadores sin cansancio. Mi deseo más profundo, a parte de que mis hijas sean felices, es poder tener mi casa, aunque sea con una sola ventana, para que por allí entrara un rayo de sol para mis hijas.
Desde ya gracias señor gobernador.
Mónica Martín
14 enero 2017
Cartas de Lectores