Clausuramos el 2017, como todo cierre de año deja diferentes
saldos en lo político. El período de elecciones intermedias reubicó las fuerzas
de cara al 2019. Aparecieron imponderables que modificaron el tablero. A partir
de mañana comienza el ciclo que definirá quiénes serán los candidatos a
gobernadores. Weretilneck tiene una decisión tomada que demora compartir.
Martín Soria cierra un año de lujo. Logró mantener vivo al
Frente para la Victoria. Se erigió en líder de un proceso que reúne a varios
partidos con el PJ como columna vertebral. Su apellido recogió el 49% de los
sufragios provinciales. En el camino solo quedó el viedmense Mario Sabbatella,
su prisa lo autoexcluyó. El pichettismo y el kirchnerismo aceptaron el cobijo
del nuevo conductor. Primero a regañadientes, luego a la luz de los resultados cambiaron
a “modo sonrientes”. Resta construir camino, la desconfianza entre los sectores
persiste.
El titular del PJ se corrió de las discusiones trabajando de
intendente de General Roca. Durante el año recorrió obras. Construyó puentes,
un polideportivo, y más de 100 cuadras entre cordón cuneta y asfalto. Cada mes
encabezó actos de inauguración. Alejado de
Nación y Provincia, ejecutó infraestructura con recupero para no desfinanciar
la municipalidad. Logró múltiples cortes de cinta rodeado de vecinos. La
ilusión está anclada al sello “en acción”.
El bloque de legisladores del FPV fue puesto a prueba en
cada sesión y pudo sortear la implosión. La libertad de acción evitó la ruptura.
Salvo un núcleo duro referenciado en Pichetto, el resto ya comulga con el
proyecto valletano. El rasgo heterogéneo y variopinto se convirtió en fortaleza
brindando opciones al conjunto. Se destacaron las tareas de Alejandro Marinao,
que supo llevar el barco a puerto ante cada tempestad, y Nicolás Rochás que
marcó el rumbo ideológico en cada debate soltando amarras a tiempo para evitar
el naufragio. Lo que no se rompió se solidificó. Ariel Rivero, Javier Iud, Luis
Albrieu y María Maldonado como buenos ex alcaldes huelen la sangre del poder.
Marcelo Mango con su Frente Grande ganó un lugar.
Soria confirmó que el camino será espinoso. Comenzó a
recibir el embate verbal del líder de JSRN. Ante la detención de gente
vinculada al narcotráfico en General Roca, Weretilneck fustigó al intendente por
no hacer nada en la materia. Recordó que en su época de jefe comunal batalló
contra el clan Montecino. Intentó arrastrarlo a luchar en el barro.
Como respuesta apareció la enumeración de falencias de la
administración provincial. La personalidad del mandamás peronista va y viene jugando
con lo impredecible. De a ratos el teorema de Baglini se hace carne en él. La proximidad
al poder genera trifulca entre la mesura y su lado salvaje. JSRN buscará que
reaccione, su lucha interior se pondrá a prueba varios meses hasta la elección
provincial.
En la intimidad el roquense ostenta encuestas que lo ubican
varios puntos arriba de Weretilneck. La central nuclear, la cercanía con Macri
y los problemas de gestión le birlaron 10 puntos de aceptación al cipoleño. El
desgaste en algún momento se iba a alojar en su imagen. En su impronta impactan
las buenas y las malas percepciones. Se está yendo un año de noticias negativas
para la gente, el mandatario entiende que se queda sin plafón.
El Gobernador tomó una difícil decisión, comprendió que no
podrá ir por la re reelección. Recorrerá la provincia como si estuviera en
campaña pero sabe que su candidatura no será la principal. Vislumbra que no hay
margen para una elección a convencionales constituyentes, utilizará su energía
en intentar reconstruir el lazo con los rionegrinos. Por ahora evita hablar de
otros nombres. Está convencido que aun no es tiempo de armar la sucesión. Mientras
un grupo de incondicionales jura que no hay vida después de él, otro sector es
consciente que llega el momento de buscar el postulante para la gobernación.
Weretilneck desechó un acuerdo con Cambiemos. Nunca nada que
diga es definitivo, no conoce de lealtades conceptuales o ideológicas. Pero en
este caso hay un claro mensaje a los rionegrinos, porque entiende que el modelo
de Nación no penetra en esta provincia. No respeta a los actores locales del
macrismo y recibe dosis de destrato de la dirigencia nacional. Con estos
antecedentes no hay margen para una cercana comunión.
Su expectativa está puesta en el Plan Castello, peregrinará con anuncios, inicios de obra, recorrida de avances y con alguna
inauguración antes de la elección, primero en soledad y luego con quien
instalará como sucesor. Abonando salarios estatales y mostrándose en cada lugar
intentará recrear el 2015, convencido que a la sociedad no le preocupa el
endeudamiento.
No le teme a los escenarios de crisis, en su lógica siempre
acarrean oportunidades, como cuando se paró en el centro de la escena en abril
de aquel año coordinando el Comité de Emergencia ante la fumarola del volcán
Calbucó, allí sedujo a los barilochenses que dos meses después lo votaron
masivamente. Quizás debiera volver a escuchar al vicegobernador Pedro Pesatti
quien pregona que las condiciones en política nunca se reeditan. La realidad es
que comienza un nuevo año, las esperanzas reflorecen en todos actores en pugna.
*Esta columna regresará el primer domingo de Febrero.
23 febrero 2024
Palabra de Domingo