Entre los años 70 y
80 los diarios solían traer en la contratapa un juego para agudizar la vista,
en el que mostraba dos dibujos casi idénticos con seis diferencias mínimas que
había que encontrar. Precisamente, había que mirar bien para encontrar esos
detalles, no siempre era fácil, también había que tener paciencia y ver la
escena una y otra vez porque las diferencias eran muy sutiles.
En la escena política
rionegrina las diferencias ni son mínimas ni mucho menos sutiles. Es más, esta
semana las divergencias parecieron ser kilométricas, entre una gobernadora que
busca por todos los medios generar su propio poder a partir de un estilo propio
y la figura todavía inolvidable de su antecesor, Alberto Weretilneck.
Weretilneck, senador,
descontracturado y con un estilo desaliñado y caracterizado por visitar casas,
comer torta fritas y tomar mates mientras se saca selfies parece generarle una
incomodidad muy grande a Carreras, gobernadora, incómoda y de estilo más
reservado, acostumbrada a otras cosas menos populares que las tortas fritas.
Por supuesto que por ahí no pasan las diferencias esenciales.
En primer lugar hay
que decir que en lo que lleva como gobernadora no muchos se han preocupado más
que ella misma en notar y marcar las diferencias con Weretilneck. Pasan los
días y Carreras busca diferenciarse de Weretilneck de diferentes maneras,
algunas han sido positivas, como la reunión con intendentes hace un par de
semanas o el acercamiento con el líder de la CGT Rubén Belich vía su secretario
de Trabajo, Jorge Stopiello. Belich estuvo siempre enfrentado con Weretilneck.
Algunas otras diferencias no son tan positivas, como su porfía por alquilar una
vivienda ostentosa, pretender un teléfono celular determinado o buscar lealtad
de sus funcionarios a partir de advertencias ya sea en la privacidad de una
charla o en operaciones mediáticas.
Carreras busca hoy
hacer cosas diferentes y se ve casi forzada a eso. Eso la lleva a generar
situaciones incómodas y hasta a tomar decisiones cargadas de polémicas. Su afán
por imponerse en el gabinete la lleva a tener diferencias con los ministros que
heredó de la gestión anterior, quienes dicen que tienen poca libertad de acción
y menos poder de decisión que antes.
Carreras y
Weretilneck han recorrido en las últimas semanas diferentes localidades y
fiestas de la Provincia. No se han encontrado en ninguna.
Para colmo, en
Jacobacci se abrió un frente de conflicto interno partidario que llamó la
atención. No quedó claro si Carreras había tomado la decisión de cerrar el
Centro Administrativo Provincial de esa localidad, pero los trabajadores
dijeron que fue hasta allí un camión de mudanzas a llevarse el mobiliario. Eso
disparó un duro comunicado contra la gobernadora de parte de la mesa directiva
de Juntos Somos Río Negro delegación Jacobacci. Tuvo que ir hasta allí el
secretario General de la Gobernación, Juan José Deco, quien aseguró que la
oficina no se cerrará. Si es así fue un conflicto en vano.
La cuestión de los
alquileres y los sueldos de los funcionarios todavía resuenan en Viedma. No fue
suficiente el aumento a cuenta de 4 mil pesos anunciado junto a ATE, la crítica
se mantiene al punto de que alguien se animó a organizar desde una “fake news”
una supuesta protesta contra Carreras, que no se concretó.
En lo único que
Carreras se ha parecido a Weretilneck es que se despegó conflictivamente de
Juan Carlos Scalesi, quien despotricó contra ella y el ministro de Gobierno,
Rodrigo Buteler, por una reunión a la que lo invitaron un viernes y lo
“desinvitaron” el domingo.
Claramente en este
caso las diferencias son más que seis, pero no es necesario agudizar mucho la
vista.
23 febrero 2024
Palabra de Domingo